
Y allí estaba él sentado,
Se notaba que estaba un poco frustrado, desesperado,
De tanto ver a sus compañeros entusiasmados,
Contando las batallas que cada uno de ellos había librado.
Lo extraño es que él aún siendo guerrero
Parecía que formaba parte del Clero,
Y es que ni siquiera siendo sincero
Podía despojarse del número que lo marcaba: Cero.
Este guerrero que no ha librado batalla alguna,
Todas las noches le ruega con fe a la luna,
Que con misticismo le aparte de la molestosa bruma,
Pues le hace sentir dormido profundo en una cuna.
Así los días pasan rápida o lentamente,
E igual él va caminando sin bajar la frente,
Sabiendo que el ser prudente y, mucho mejor, paciente,
Le llevará, al fin, a rivalizar con una feroz contendiente. Share
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